En México, pareciera que cada semana estamos frente a un nuevo episodio de desastre. Los baches interminables en carreteras que ponen en riesgo la vida de conductores, las inundaciones que no solo anegan calles sino también hospitales, como ocurrió recientemente en el IMSS 153 de Los Reyes La Paz, muestran un país que se desmorona frente a nuestros ojos.
A eso se suma el flamazo de una pipa de gas, tragedia que evidenció nuevamente la falta de insumos en hospitales y la incapacidad de respuesta oportuna del sistema de salud ante el abandono del gobierno. Como si no fuera suficiente, los socavones se han vuelto parte de la cotidianidad: primero una pipa de agua tragada por el asfalto en la avenida Zaragoza y ahora un camión repartidor de refrescos Jarritos en Iztapalapa.
Todo esto suena más a una película de desastre de Hollywood que a la vida real. Tan surrealista como una versión mexicana de Jumanji, donde cada día surge un nuevo obstáculo que parece imposible de superar.
Pero la realidad es que no podemos normalizarlo. No podemos acostumbrarnos a vivir en un país donde el abandono, la negligencia y la corrupción son los verdaderos responsables de estas tragedias. Basta ya de malos gobiernos, sean del partido que sean. Lo que México necesita son autoridades que asuman con seriedad la responsabilidad de gobernar y ciudadanos que no dejen de exigir un país digno, seguro y con justicia.
Porque la vida no es un juego, y México merece mucho más que este guion mal escrito.
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